Vivimos por
estos días una nueva constitución de la Asamblea Nacional
del Poder Popular y me parece oportuno
retomar apuntes de la tradición legislativa cubana que nació unida al clamor de
independencia, cuando en la manigua se unieron fuerzas insurrectas de la isla
en un mando único que decidió, en principio, establecer la igualdad de los
hombres en la tierra antillana, colonizada entonces por el poderío esclavista
español.
En abril del mil 869, la Cámara de Representantes o
el parlamento mambí iniciaba en Guáimaro su obra legislativa, que integraron
Agramonte y Céspedes, entre otros patriotas cubanos quienes hicieron esfuerzos
para dar a la contienda emancipadora una estructura institucional,
estableciendo los principios de la política de la guerra y las bases
democráticas de la República
en Armas, con garantías para los derechos y las libertades de los cubanos, actitud
de respeto que estuvo siempre presente en las dos guerras de independencia
protagonizadas por los mambises, aun en medio de los violentos combates.
Lo demuestra el hecho de que en
ese tiempo se proclamaron cuatro constituciones, que defendían iguales
principios y tres de ellas fueron promulgadas en poblados de la región
agramontina, la de Guáimaro, en 1869, la de Jimaguayú en 1895 y la de la Yaya en 1897, cada una con más amplitud y ajustada a las tendencias
de la época, en cuanto a declarar la lucha revolucionaria como única vía para la
independencia absoluta, en aras de una república soberana.
La otra constitución fue
adoptada en
marzo de 1878, y conocida por Baraguá, daba fundamento jurídico a la esencia
misma de la histórica protesta, al afirmar que la paz sólo se podría hacer
sobre las bases de la independencia.
Constitución de Guáimaro - La primera Constitución de la República en Armas sesionó en Guáimaro, en abril
de 1869, y este fue el sitio adecuado para ofrecer a los cubanos el aparato legal
imprescindible. A partir de entonces la República en Armas fue reconocida por varios
gobiernos y marcó su huella en el proceso evolutivo del pensamiento cubano.
Constitución de Baraguá – al concluir
la entrevista bajo los Mangos de Baraguá, en marzo de 1878, el general Arsenio
Martínez Campo preguntó a Maceo cuánto tiempo necesitaba para reanudar las
hostilidades. Ocho días, fue la respuesta que recibió, el 23 de marzo se
rompería el corojo, Martínez Campos se retiró y horas después escribió:
“La Historia juzgará quién ha
tenido la razón en este asunto”
Cuando los
telégrafos de la isla comunicaron que combatientes de Oriente habían rechazado
plegar sus banderas, el asombro y la admiración se extendieron por todas partes
y el nombre de Antonio Maceo traspasó para siempre las fronteras de la isla,
pues el General había salvado el honor de los cubanos.
Asamblea de Jimaguayú - el 16 de
septiembre de 1895 una delegación del Ejército Libertador de la República en Armas,
proclamó la Constitución
de Jimaguayú. Asamblea
de La Yaya – en
el momento de hacer la Asamblea
de La Yaya, la
situación internacional era peligrosa y Estados Unidos no cesaba de presionar
para que España terminara la guerra, de ahí que la Constitución
insertara un artículo que establecía la convocatoria a una nueva asamblea con
plenos poderes para decidir sobre el futuro del país, si los españoles
abandonaban la Isla
o los cubanos ocupaban una parte sustancial del territorio.
Asamblea de Santa Cruz - En octubre de 1898 la situación nacional requirió cumplir el acuerdo de la Constitución de la Yaya, y fue convocada la Asamblea de Santa Cruz,
que se propuso asumir la dirección del país e implantar la creación del Estado.
Designó a una comisión para que fuese a Estados Unidos y precisara el futuro de
Cuba, siempre con la idea de implantar una nación libre y soberana, pero el
gobierno norteamericano no la consideró oficial, por lo que no la reconoció
como representante del pueblo cubano. Estados Unidos se introdujo en la guerra
cubano-española y la convirtió en falsamente hispano-cubano-norteamericana, por
medio del autoatentado al acorazado Maine.
Gobierno de la República – La intervención norteamericana en el conflicto hispano - cubano, despojó
a los mambises de su merecida victoria, conquistada al filo del machete. El 20
de mayo de 1902, conceden a Cuba la independencia formal con una enmienda
constitucional impuesta por el Congreso Norteamericano - la Enmienda Platt – que
confería a Estados Unidos el derecho de intervenir en su territorio cuando le
viniera en ganas y con una base naval yanqui norteamericano emergente. El
sarcasmo de aquella república no podía ser mayor y en medio de aquellas ficciones,
fue constituido el Congreso con el Senado y la Cámara de Representantes;
quedó elegido el Presidente de la República y se creó el andamiaje de la Neocolonia, pero la República nacía
frustrada y los privilegios desnaturalizaron todos los anhelos de
Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo y José Martí, el más avanzado y capaz de los
libertadores, organizador y guía de la guerra libertadora de 1895.
Gobierno Revolucionario – La
institucionalización de la
Revolución comenzó desde el mismo momento en que se desbarató
todo el sistema de la seudorepública, aún cuando el Gobierno Revolucionario
cumpliera funciones con cierto grado de provisionalidad durante sus primeros 15
años de existencia. Como explicó Fidel Castro en el Primer Congreso del
Partido:
"La Revolución no se
apresuró en dotar al país de formas estatales definitivas. No se trataba
simplemente de cubrir un expediente sino de crear instituciones sólidas, bien
meditadas y duraderas que respondieran a las realidades del país."
Los años entre
1959 y 1975 fueron de profundos cambios revolucionarios donde
también fue preciso enfrentar las agresiones del imperialismo y de la
contrarrevolución interna. Para desplegarse y desafiar las tareas del momento, hacía
falta un aparato estatal operativo y eficaz, que ejerciera la representación
del pueblo trabajador y que pudiese tomar decisiones rápidas.
Poder Popular - En 1974 el Gobierno tomó la decisión de llevar a cabo en las localidades
de la provincia de Matanzas, al occidente del país una experiencia sobre el
establecimiento de los Órganos del Poder Popular.
Desde el
comienzo de su aplicación los ciudadanos participaron en las tareas del
gobierno local, en el control de la administración, y en la búsqueda de
soluciones para los problemas que más gravitaban sobre la colectividad. Los
frutos de aquella experiencia permitieron vertebrar el sistema de instituciones
representativas estatales que culminó con la creación de los Órganos del Poder
Popular en los todos los municipios y provincias del país.
El 10 y el 17
de octubre de 1976, en primera y segunda vueltas electorales, el 95,2% de todos
los cubanos mayores de 16 años, mediante voto secreto y directo, eligieron en
las urnas, a los 10 725 delegados a las 169 asambleas municipales del Poder
Popular, de los mas de 30 000 candidatos que habían.
Después, con la constitución de
la Asamblea Nacional del Poder Popular el 2 de diciembre
de 1976, la elección del Consejo de Estado, su Presidente y Vicepresidentes, y
la designación del Consejo de Ministros, la esencia democrática de la Revolución quedó fortalecida con modos más efectivos de participación en la vida pública, los que hicieron posible una intervención más directa de los ciudadanos en la dirección de los asuntos del Estado y de todas las actividades de la sociedad.